Es un hecho: las bicicletas con marchas son increíblemente más eficientes. Una vez accedemos a ellas, de repente, las cuestas, colinas y montañas ya no son difíciles de subir. Entonces, ¿por qué no les damos a los niños bicicletas con marchas desde que empiezan a usarlas? Porque tienen que aprender a manejar el cambio… y a cuidarlo.
Lo mismo ocurre con las transmisiones automáticas en los vehículos. A más marchas, más eficiencia.
En la década de 1940, las transmisiones automáticas modernas empezaron a producirse en masa. Con cuatro marchas hacia adelante y una marcha atrás, la transmisión automática Hydra-matic fue una revelación en la industria.
A lo largo de los años, el número de marchas en las transmisiones automáticas ha aumentado constantemente. Básicamente, el objetivo era acelerar y suavizar los cambios en estas transmisiones.
Así, las marchas de 3 y 4 velocidades comienzan a reemplazarse por transmisiones automáticas de 5 y 6 velocidades a partir de los 80 y hasta los 2000. A partir de ahí, en pocos años se ha pasado de transmisiones automáticas de 7 y 8 velocidades ofrecidas en vehículos de alta gama, hasta las de 10 velocidades que están en el mercado desde 2017.
Impulsados por la necesidad de incrementar el ahorro de combustible en los vehículos, los fabricantes continuaron agregando más marchas a las transmisiones automáticas. Las transmisiones han evolucionado mucho en un tiempo relativamente corto y, por tanto, también la forma en que las mantenemos.
Sin embargo, un aspecto importante desde las primeras transmisiones automáticas hasta las actuales no ha variado con el tiempo: el líquido de la transmisión juega un papel clave a la hora de transferir potencia para impulsar las ruedas.
¿Más marchas implican más velocidad?
No. Más marchas no hacen que un vehículo sea más rápido. Piensa, por ejemplo, la bici de antes. Más marchas no hacen que la bicicleta sea más rápida. Sin embargo, las marchas adicionales mejoran la eficiencia de la transferencia de potencia.
Así, un mayor número de marchas permiten a los motores modernos aumentar su rendimiento y eficiencia, ya que mejora su relación de consumo (kilómetros/litro). Además, consigue un punto óptimo de funcionamiento del motor y mejora la capacidad de conducción (las relaciones de marchas están más juntas, lo que le brinda al motor más opciones para operar en situaciones específicas).
Las transmisiones continuamente variables (CVT, por sus siglas en inglés) no son ideales para motores de alto par y alta potencia. Las transmisiones estándar y automáticas son las mejores soluciones para motores de alto par.
¿Y cómo será el futuro?
Los vehículos eléctricos y el resto de motores de coches de producción probablemente usarán CVT o transmisiones manuales automatizadas (AMT). Además, las transmisiones automáticas de 8 a 10 velocidades y las transmisiones de doble embrague (DCT) se convertirán en la norma para vehículos más grandes y de mayor rendimiento.
Los expertos predicen que, probablemente, no se superarán las transmisiones de 10 velocidades porque la complejidad del diseño afectará a su durabilidad. En automoción, se produce un fenómeno de “rendimientos decrecientes” cuando algo se vuelve demasiado complejo.
¿Y qué pasa con su mantenimiento?
Estas transmisiones modernas de alta calidad no requieren mantenimiento, ¿o sí? Más marchas significa cambiar con mayor frecuencia, lo que implica que se producirán más eventos de fricción dentro de la transmisión.
Cada vez que la transmisión cambia, los embragues se deslizan momentáneamente para brindarle un funcionamiento agradable y suave, según lo diseñado. Sin embargo, más fricción significa más calor, más calor significa más oxidación del fluido, más degradación del fluido y así sucesivamente.
Por ello, si quieres que la caja automática de 8 a 10 velocidades de tu cliente dure, esto es lo que debes hacer: sustituye el líquido de la transmisión cada dos años y asegúrate de usar un fluido de transmisión y un suplemento de calidad.
El acondicionador de transmisión automática BG ATC Plus® realmente brilla en este campo con su capacidad para mejorar el funcionamiento del embrague sobre el fluido estándar. Este acondicionador de transmisión es la clave para transmisiones de 8 a 10 velocidades de larga duración.