Aproximadamente el 71% de la superficie del planeta está cubierta de agua y hasta el 60% del cuerpo humano está compuesto de fluidos. Tan importante para la vida son los líquidos como lo es para los automóviles, pues de ellos dependen para funcionar y para conservarse en buen estado.
Los vehículos con motores de combustión interna actuales contienen hasta nueve fluidos diferentes que circulan por sus distintos sistemas. El profesional del taller conoce de su importancia, pero ¿lo sabe también su cliente? ¿Sabe qué función realizan y qué se puede hacer duren más o funcionen de manera más efectiva?
El líquido que seguro que no olvida el cliente del taller es el carburante (gasóleo o gasolina). El combustible es el fluido definitivo para impulsar los motores de combustión. Sin él, el motor no arranca por lo que todo automovilista estará pendiente de que el depósito tenga suficiente cantidad de este líquido para poder circular.
Otro líquido conocido por todo automovilista es el aceite lubricante que mantiene el motor fresco y lubricado. Si hay algo que la mayoría de los propietarios de vehículos saben es que, cada cierto tiempo, se debe reemplazar el aceite.
Eso sí, lo que puede que ya no tenga tan claro es con qué frecuencia debe realizar dicho cambio. Aquí el taller debe recomendar siempre que el cliente consulte el manual de mantenimiento para no equivocarse con los intervalos y acabar dañando el motor.
¿Refrigerante o anticongelante? en realidad es la dos cosas. Este fluido es un regulador de temperatura del motor. Por eso, es fundamental concienciar al cliente del taller para que vigile su nivel (y acuda al taller ante una bajada anormal) y de sustituirlo cada dos años o cada 40.000 km aproximadamente ¿Sabías que BG cuenta con un restaurador que consigue devolver al refrigerante a su nivel de protección más alto?
El líquido (o aceite) de la transmisión es el que permite el cambio de marchas sin dañar la transmisión, manteniendo sus engranajes lubricados. Normalmente el aceite en las cajas de cambio manuales tiene una duración de ‘por vida’, y solo se cambia cuando se realiza alguna intervención en la propia caja o porque haya indicios de que le aceite pueda ser el causante de un mal funcionamiento de la misma. Sin embargo, este líquido es clave en las cajas automáticas (cada vez más extendidas). En ellas, los intervalos de cambio suelen variar entre los 40.000 y los 60.000 km.
Quien ha conducido un vehículo sin dirección asistida sabe lo importante que es esta ayuda a la conducción y, por tanto, el líquido que permite su funcionamiento. Si falla, puede ser peligroso, especialmente para alguien que nunca antes haya conducido un vehículo sin dirección asistida.
El diferencial se encarga de regular la velocidad de giro de las dos ruedas del mismo eje. Así, este líquido (también conocido como aceite de diferencial) mantiene lubricados los engranajes en el eje trasero o delantero. Sin él, habría una gran fricción de metal sobre metal en el diferencial y, por tanto, un sobrecalentamiento que podría afectar a los engranajes. Su sustitución se sitúa en torno a los 50.000 km.
Sin duda el líquido de frenos es uno de los fluidos más importantes. De él depende que el sistema de frenos funcione correctamente. Al estar sometido a altas temperaturas de servicio es fundamental que esté en buen estado, por lo que se recomienda su sustitución cada dos años (o 40.000 km).
En el sistema de climatización, el refrigerante se encarga de proporcionar el frío del sistema. Para mantener el habitáculo con una temperatura agradable y fresca en los meses de calor, conviene revisar todos los años el sistema para comprobar que el nivel de enfriamiento es el adecuado, el sistema no presenta fugas y los elementos principales (como el compresor) funcionan correctamente. También es conveniente aplicar productos que eliminan las bacterias, hongos y suciedad del sistema.
Aunque no lo parezca, el líquido limpiaparabrisas es más importante de lo que pueda parecer, pues ayuda a mantener despejada la línea de visión del conductor. Quedarse sin este líquido en carretera puede llegar a ser peligroso en un momento dado. Por ello, conviene revisar su nivel frecuentemente y reponerlo periódicamente.
Los vehículos no son sólo piezas y engranajes. Sus líquidos son cruciales para su funcionamiento, su seguridad y su comodidad ¿Es tu cliente consciente de ello? Nada dura para siempre, tampoco los líquidos de los vehículos, pues con el tiempo pueden perder cantidad y efectividad, y pueden causar graves problemas si se desgastan.
Por eso, no sólo es importante vigilarlos (y sustituirlos) regularmente. BG ofrece al taller una gran variedad de productos que alargan la vida de algunos de estos fluidos, restituyendo sus valores de protección ¿Lo sabe también tu cliente?