Todo conductor, sea o no profesional del automóvil, asume que su vehículo es fiable. Que, por ejemplo, los frenos detendrán el coche siempre que los usemos. La mayoría no se cuestiona cómo funcionan los frenos. Eso lo deja a los ingenieros. Después de todo, al adquirir un vehículo, el automovilista invierte un dinero para su seguridad.
Pero ¿qué pasa si los frenos no detienen el coche, aunque sólo sea una vez? Que el cliente del taller conozca la importancia y el funcionamiento de este sistema, crucial para su seguridad, y las amenazas a las que se enfrenta, a lo largo del tiempo y los kilómetros, es clave para que le preste la atención que se merece.
El rinoceronte y la armadura
De un vistazo, el sistema de frenos no parece demasiado complejo. Pisamos el pedal y el coche se detiene, simple. Pero los frenos son uno de los sistemas que trabajan más duro en los vehículos. Tienen que ser capaces de detener un automóvil de hasta 2 toneladas (o más) en cuestión de segundos. Eso es como detener en seco a un rinoceronte. Teniendo en cuenta la tremenda cantidad de fricción que se necesita para lograrlo, es de entender que el líquido de frenos sufre mucho y constantemente.
Al igual que el rinoceronte, el líquido de frenos tiene una capa de armadura para protegerlo. Todos los líquidos de freno tienen una serie de aditivos (algunos mejores que otros). Este ‘paquete’ de aditivos incluyen algunos agentes muy poderosos como: inhibidores de corrosión, antidesgaste y antioxidantes, todos ellos cruciales para la fiabilidad de los frenos. Y es que, sin ‘armadura’, el sistema de frenos es vulnerable…
Los enemigos del líquido de frenos
1.-Humedad y calor.
Cada vez que se presiona el pedal del freno, la temperatura aumenta en el sistema de frenos (alta fricción=alta temperatura). Este calor hace que el líquido de frenos se expanda y cuando se enfría y se contrae, aspira aire exterior. Entonces, la humedad en el aire acaba entrando en el sistema.
¿Por qué esto es un problema? Porque, el líquido de frenos es higroscópico. O dicho de otra forma, le gusta el agua. A nivel molecular, el líquido de frenos atrae la humedad. A medida que la humedad se acumula en el líquido de frenos, el punto de ebullición disminuye. Y si el fluido no puede tolerar altas temperaturas, es menos probable que haga un buen trabajo protegiendo los componentes del freno.
2.- Corrosión.
Aunque cada vez está más limitado, aún el sistema de frenado del vehículo lleva cobre. El cobre es muy vulnerable a la oxidación, lo que significa que se corroe o se descompone cuando se expone al oxígeno. Así, aunque la ‘armadura’ del líquido de frenos (los aditivos) protege contra la corrosión, el calor, la forma de conducir y las temperaturas extremas acaban haciendo mella en estos aditivos.
Cuando los aditivos se agotan, el líquido de frenos comienza a degradarse. Con el tiempo, las pequeñas cantidades de aire y agua que entran en el sistema de frenos provocan la corrosión del cobre. Y esto conduce a la contaminación por cobre del líquido de frenos.
3.- El tiempo.
Sí. El tiempo también ataca a los frenos. Piénsalo de esta forma: la mayoría de los atletas no usan las mismas zapatillas hasta que se han desgastado las suelas. Un corredor inteligente reemplaza sus zapatillas para correr cuando el soporte y la estabilidad comienzan a desvanecerse. Lo mismo ocurre con el líquido de frenos. Cuando la armadura deja de proteger el fluido y la corrosión del cobre se vuelve demasiado alta, eso significa que el líquido de frenos ya no funciona como debería. Y es hora de reemplazarlo.
El sistema de frenos trabaja duro (mucho). Detener a un rinoceronte en seco varias veces al día, todos los días, no parece un trabajo fácil. El líquido de frenos está concebido para realizar su trabajo hasta que no puede más. Y cuando eso sucede, ha llegado el momento de sustituirlo (aproximadamente cada dos años).
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